viernes, 29 de abril de 2011

This is not the end













Dejado en su aparcamiento de rented cars nuestro querido Kia, la necesidad nos llevó a usar en San Francisco transportes públicos de muy distinto tipo: el tren BART que te lleva y te trae del aeropuerto, el autobús de toda la vida (nuestros favoritos: el 71, que te deja en la puerta del Toronado para tomar una cerveza y una pizza; y el 18, que te sube hasta el Museo de la Legión de Honor, en cuyo vestíbulo fresquito nos sentamos a decidir dónde comer y a esperar que el mismo 18 diera la vuelta y nos condujera de vuelta al centro), el tranvía, algunos de cuyos coches tenían los carteles en italiano porque eran de Milán, nada menos, y el cable, que hacía mucho ruido y del que nunca sabía cuándo bajar, de modo que saltaba con poca soltura temiendo que me riñera el conductor.
Por fin estábamos en un sitio en el que se podía pasear y lo cierto es que caminamos tanto que todavía tengo agujetas de subir tantas cuestas. Sólo íbamos a estar dos días, así que aprovechamos para hacer todo lo típico: nos compramos On the road en la Citylights, al lado del Jack Kerouac Adler, vimos los leones marinos en el pier 39, nos tomamos un capuccino en North Beach, nos conectamos a internet en un café lleno de gente guai, que en San Francisco parece abundar más que en NY, con sus alfombras para yoga y sus macs y sus platitos de fruta. Nosotros hacíamos lo que podíamos para aparentar, pero creo que se nos notaba que somos de provincia.
Conseguir la foto con el Golden Gate fue un tanto complicado. Queriendo ser más listos que nadie, emprendimos la búsqueda de Hawk Hill, un little park en una colina un poco alejado del centro desde el que habíamos leído que había unas vistas ideales del puente. Creo que no llegamos a encontrarlo, pero, tras subir empinadas cuestas de barrio residencial, alcanzamos la cima de uno que, si bien no dejaba ver el puente al completo, contaba con un banquito en sitio estratégico para ver el paquete océano+puente+ciudad. De todos modos, no nos resistimos a coger el bus y colocarnos debajo del puente, donde un amable ciclista se ofreció a capturar el momento.
La bolsa de monedas de oro había llegado a su fin y, cuando la abríamos, veíamos la araña del tebeo tejiendo su tela en la bolsa vacía. En realidad, fue un sobre verde el que hizo las veces de safety box o caja de caudales durante todo el viaje, un sobre decorado de manera exquisita, a pesar de que en la foto adjunta sólo se aprecia una de sus caras, la que cuenta con un hermoso lazo, ahora ajado por las inclemencias del viaje, igual que nosotros. Afortunadamente, las desgracias se acumularon todas en el último día (tarjeta tragada por un cajero, mano abrasada por café extremely hot, pérdida del ferry a Alcatraz). Estaba claro que los dioses querían nuestro regreso al hogar, que fue arduo y se nos hizo eterno. Toda una odisea, como diría mi abuela. Y al contrario de lo que dice Kavafis, no hallamos nuestra Ítaca pobre, sino que allí nos esperaba el cuerno de la abundancia en forma de pasteles de carne, fruta, verdurita fresca, ensaladilla rusa, botellas de agua, queso y fiambres varios, tortilla de patatas casera y un sinfín de manjares, todo ello fruto de la preocupación de nuestras mamis, a las que aprovecho para saludar desde esta tribuna de oradora-bloguera.



2 comentarios:

  1. Creo que de tan largo periplo me han sido traídos unos regaliitos que aun no he visto. Supongo que habrá un cuerno de rinoceronte de poder afrodisiaco y un vellocino de oro. Aunque, pensándolo bien y después de consultar los imago mundi, éstos parecen objetos de África o de tierras hiperbóreas. Al menos espero la taza del Starbucks que contuvo el coffe extremely hot.

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  2. Para mi tampoco hay un vellocino de oro de regalillo,aunque los que he recibido me gustan mas. No obstante el presente que mas he disfrutado es veros regresar a casa cansados, eso si, pero contentos de haber vivido momentos que recordareis siempre. Un viva por Nueva York que acogió a mi hija en el gran día de su boda con Gabriel. Que la felicidad de este viaje os acompañe siempre.

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